RESUMEN
Se describe el
mecanismo fisiológico utilizado por el sistema nervioso central para la
adquisición y mantenimiento de funciones tales como la escritura. Las neuronas
(células del sistema nervioso) poseen la capacidad de modificar el número de
sus conexiones (sinapsis) entre sí. Gracias al estudio de los fenómenos de
plasticidad neuronal (o cerebral) que se producen tras una lesión cerebral,
podemos observar los procesos fisiológicos utilizados para recuperar las
funciones perdidas y adquirir otras
nuevas. Durante la rehabilitación de estos enfermos, la repetición de un
movimiento con la mano produce un
aumento de la representación funcional de dicha mano en la corteza cerebral.
Los procesos de plasticidad neuronal
son dinámicos y dependientes del uso. En la infancia, la enseñanza de la
escritura es fundamental para el desarrollo psicomotor del individuo por ser un
movimiento repetitivo que involucra numerosas áreas del cerebro interconectadas
entre sí. Actualmente, debido a las nuevas tecnologías de la comunicación,
disminuye el hábito de escribir en los niños y adolescentes, lo que tendrá que
tenerse en cuenta en el futuro de los estudios de grafoanálisis.
INTRODUCCIÓN
Durante
las operaciones que se realizaba a pacientes que padecían epilepsia, el neurocirujano
Wilder Penfield (1891 – 1976) aprovechó la insensibilidad al dolor de la
corteza cerebral para observar las respuestas que se producían cuando
estimulaba eléctricamente sus diferentes áreas. Con los resultados obtenidos
elaboró un mapa de la superficie del cerebro en el que localizó las zonas que
regían las actividades funcionales de diversos órganos del cuerpo humano (1).
La superficie de la representación de cada órgano no era proporcional a
su tamaño anatómico, sino a la complejidad de la función que realizaba. Así, la
representación de la mano, y especialmente la del dedo pulgar, ocupaba una área
muy grande en relación a otras partes del cuerpo. La función de coordinar los
músculos del dedo pulgar es una de las más complejas del cuerpo humano.
Actualmente, gracias a nuevas técnicas de investigación
funcional cerebral como el PET (Tomografía de emisión de protones), se ha
descubierto que las actividades somato–sensoriales, además de representarse
topográficamente sobre la superficie de la corteza cerebral, también se
representan en el tálamo, en el tronco del encéfalo y en la médula espinal.
Al escribir con la mano
activamos simultáneamente varias zonas
distantes del cerebro interconectadas entre sí mediante redes neuronales. Así,
el acto de escribir es un acto complejo en el que intervienen zonas premotoras,
motoras, visuales, etc.
Hebb
en su libro “La información de la conducta” (2) propuso que la memoria de un
individuo dependía del aumento o disminución del número de contactos (sinapsis)
entre las diferentes neuronas de la corteza cerebral. Gracias a este proceso
denominado plasticidad neuronal o cerebral, los 10.000 millones de neuronas del
cerebro humano procesan información
mediante las sinapsis que realizan entre sí.
La
corteza cerebral modifica constantemente su estructura funcional. Al contrario que los sistemas informáticos, el número en las conexiones
sinápticas no está prefijado, sino que desde el nacimiento varía y se adapta en
función al flujo de información que llega al cerebro. De esta forma las
sinapsis que habitualmente no se utilizan tienen tendencia a desaparecer. Actualmente se estudia cómo
algunos aminoácidos actúan como mediadores bioquímicos estimulando la
formación de estas conexiones
sinápticas.
Otro
descubrimiento que corroboró la importancia de la plasticidad neuronal fue el
del aumento del tamaño de la zona de corteza cerebral que regía el canto de los
canarios durante la época de cortejo en primavera. Pasada esta época, el tamaño
de esta zona del cerebro regresaba a su tamaño habitual. Es decir, se producía
una remodelación de la corteza cerebral en función de su uso. Esta plasticidad
cerebral permite a los animales la adaptación a nuevos ambientes y es
importante para su supervivencia.
La percepción que un ser humano tiene
de su propio cuerpo es fruto de sus sensaciones
propioceptivas. Los deportes, el baile, la escritura y otras actividades en las
que se precisa el dominio del movimiento se perfeccionan con la práctica. Con
la repetición de estos movimientos activamos los fenómenos de plasticidad
neuronal requeridas en el dominio del esquema corporal.
PLASTICIDAD
NEURONAL DEPENDIENTE DEL “USO”
En un accidente vascular
cerebral (hemorragia, isquemia,
infarto, etc) se destruyen neuronas del cerebro y se pierden las funciones que
éstas realizaban. Por ejemplo, si un infarto afecta el área cerebral encargada
de controlar los movimientos de una mano, esta mano se paralizará. Se ha
observado que la repetición de los movimientos de la mano durante la
recuperación de su movilidad pasan a ser controlados por neuronas situadas en
una zona distante de la lesionada. Esta zona, en un inicio, no tenía relación
con la musculatura de esta mano.
En el caso de que un accidente
vascular cerebral haya producido una afasia (trastorno en la comunicación y
comprensión del lenguaje), también la terapia que se propone para su
rehabilitación se basa en la repetición, pero en este caso de pronunciación de
palabras, dibujos, escritura, etc. También aquí es la repetición la que permite
la recuperación progresiva del lenguaje mediante la producción de nuevas
sinapsis de neuronas distantes del foco lesionado. Es decir, en la recuperación
de funciones perdidas tras un accidente cerebral y en el aprendizaje
encontramos fenómenos de plasticidad neuronal producidos por la repetición (3).
Según algunos autores (4) la plasticidad neuronal es
dependiente del uso, "úsala o piérdela". En este sentido, el
envejecimiento asociado a la pérdida de memoria estaría en relación al “desuso”
(5) y a la consiguiente disminución de las sinapsis neuronales que produce su
escasa utilización. Si los pacientes de edad avanzada ejercitan mediante la
repetición algunas funciones, se estimulan los fenómenos de plasticidad
neuronal en las zonas que rigen dichas funciones. Por ejemplo, la
participación en actividades intelectualmente estimulantes (lectura, escritura, viajes,
asistencia a actos culturales, etc) puede ser un factor que influya en el
mantenimiento de la memoria en la vejez (6). Así, se
tiene la esperanza de prevenir la perdida de memoria en pacientes con
enfermedad de Alzheimer estimulando la plasticidad neuronal
dependiente del uso (7).
UTILIZACIÓN DE LA
MANO Y PLASTICIDAD NEURONAL
Después de nacer,
el ser humano va elaborando la percepción de su propio esquema corporal
mediante las informaciones propioceptivas de sus experiencias sensoriales y
motoras. El uso progresivo de la mano estimula los
procesos de plasticidad neuronal de la zona que la rige, ayudando a su
integración dentro de este esquema.
Se ha llegado a denominar a los actuales adolescentes japoneses “La
Generación o Tribu del Pulgar” (8),
por su habilidad en escribir mensajes con el pulgar sin mirar el teclado de los
teléfonos móviles. La escritura convencional utiliza varios dedos de la mano,
la muñeca, el codo, el hombro, etc. con sus músculos correspondientes. Con la
utilización exclusiva del pulgar, queda limitado el número de dichos músculos.
La excesiva utilización de dicho dedo se hace en menoscabo de la utilización de
los otros dedos. La plasticidad neuronal les ha permitido adquirir esta nueva
función que con anterioridad no había realizado el ser humano.
La tomografía de emisión de protones
(PET) permite la visualización de la activación del metabolismo neuronal de la
corteza cerebral, es decir, nos indica qué neuronas se activan al realizar una
función determinada (por ejemplo, mover un dedo). Cuando un paciente que ha
recuperado la movilidad de una mano tras un accidente vascular cerebral realiza
la oposición entre los dedos índice y pulgar, puede observase mediante el PET
que se activan zonas distintas del cerebro de las que se activarían en el caso
de un individuo sano (9). Tras la amputación del dedo pulgar a un mono se
observó que, tras un tiempo de utilización de la mano con el dedo amputado, la
zona de la corteza cerebral que representaba dicho dedo fue reemplazada por los
otros dedos de la mano.
La pérdida de
visión a consecuencia de una lesión directa sobre los ojos (sin afectación de
la corteza cerebral) también produce una reorganización neuronal. La zona de la corteza cerebral que se
encargaba de procesar y regir la visión pierde su primitiva función.
Progresivamente mediante los fenómenos de plasticidad neuronal será utilizada
por otras funciones sensoriales no relacionadas directamente con la visión
tales como el tacto, la audición y la propiocepción. Así, en los ciegos que leen
utilizando el tacto de los dedos de la mano (Braille), aumenta la
representación de dichos dedos en el cerebro a costa de las antiguas zonas de
la visión, ahora en desuso (10).
Merzenich y
colaboradores (11) demostraron que la representación funcional de los dedos de
las manos en la corteza motora puede cambiar de forma reversible mediante el
aprendizaje. Para ello
sometieron a varios monos a semanas de entrenamiento con el objeto de que
aprendieran a extraer con el dedo índice pequeñas porciones de alimento de unos
agujeros. Durante su investigación observaron que aumentaba la representación
de dicha región dactilar en la corteza cerebral. Si se enseñaba a los monos a
realizar movimientos repetitivos con el antebrazo, los cambios ocurrían en la
zona que representaba dicha región del antebrazo. Todos estos efectos eran
reversibles y desaparecían una vez se interrumpía el entrenamiento. También se confirmó en los violinistas y
guitarristas profesionales en los que, mediante la magnetoencefalografía (MEG),
se observó que la "región
dactilar" de la mano izquierda ocupa una extensión mayor de corteza
cerebral que en los demás individuos. Al realizar los músicos movimientos
rápidos, precisos y específicos con los dedos de su mano izquierda, aquella
zona se hiperestimula. El efecto era más pronunciado en aquellos músicos que
empezaron a tocar el instrumento cuando eran jóvenes.
LA PLASTICIDAD NEURONAL EN LA ESCRITURA
La escritura
activa la plasticidad neuronal de muchas zonas simultáneamente como las que
controlan la actividad de la mano, brazos, zonas relacionadas con la visión,
etc. La repetición de
grafismos produce nuevas sinapsis neuronales y el aumento de las zonas
relacionadas con la escritura en la corteza cerebral. Según Serratrice (12), en el
aprendizaje de la escritura “la función crea el órgano”.
Las habilidades
adquiridas en la infancia permanecen activas durante mucho tiempo. Actualmente
el uso de los nuevos medios de comunicación como Internet y teléfonos móviles
(uso del pulgar en los mensajes) conlleva una disminución de la utilización de
la mano para escribir (onda gráfica). En numerosos colegios los trabajos escolares se presentan escritos con
ordenador, con lo que se pierde una gran oportunidad de adquirir nuevas
habilidades complejas. En la educación es tan importante lo que se dice como la
forma de decirlo. Tutusaus afirma que en España e Italia el uso del
ordenador asociado a una escasa enseñanza de la escritura ha impuesto en ésta
falta de orden y claridad. En concreto, puede observarse en los adolescentes
cambios en la escritura como la ausencia de márgenes, especialmente el
izquierdo y el superior (13).
Si disminuye la
escritura caligráfica entre los niños y adolescentes, disminuirán todos los
fenómenos de plasticidad neuronal relacionadas con este acto. Es posible que la
escritura de las futuras generaciones no aporte las mismas informaciones sobre
la personalidad del individuo que la que nos proporciona la de los adultos
actuales, reflejo de una enseñanza escolar distinta.
BIBLIOGRAFÍA
1 - Penfield, W.
and L. Roberts. (1959).
Speech and Brain-Mechanisms. Princeton, Princeton University Press.
2 - Hebb, D.O. (1949). The Organization of Behavior. New York: Wiley.
3 - National
Institute of Neurological Disorders and Stroke. La Rehabilitación después de una Apoplejía.
http://www.ninds.nih.gov/disorders/spanish/apoplejia_rehabilitacion.htm
4 - Swaab, D.F. (1991). Brain aging and Alzheimer´s disease, wear and tear
versus use it or lose it. Neurobiology of Aging, 12, 317-324.
5 - Bortz, W.M. (1997). Geriatrics: The effect of
time in medicine. Western Journal of Medicine, 166, 313-318.
5 - Rowe, J.W. y Kahn, R.L. (1997). Successful aging.
The Gerontologist, 37, 433-440.
6 - Schaie, K.W. (1994). The course of adult intellectual development.
American Psychologist, 49, 304-313.
7 - Mirmiran, M., van Someren, E.J.W. y Swaab, D.F.
(1996). Is brain plasticity
reserved during aging and in Alzheimer disease?. Behavioural Brain Research,
78, 43-48.
8 – Sadie P. The effects of mobile telephones on social and individual
life.
http://www.motorola.com/mot/doc/0/234_MotDoc.pdf
9 - Barer, D.
(1997).Rehabilitation in acute stroke. Springler Verlag.
10 - Cohen, L.G., Celnik, P.,
Pascual-Leone, A., Corwell, B., Faiz, L., Dambrosia, J., Honda, M., Sadato, N.,
Gerloff, C., Catalá, M.D. and Hallett, M. (1997). Functional relevance of
cross-model plasticity in blind humans. Nature 1997, (389) 180-183.
11 - Recanzone
GH, Merzenich MM y Schreiner CE (1992). Changes in
the distributed temporal response properties of SI cortical neurons reflect
improvements in performance on a temporally based tactile discrimination task.
J Neurophysiol 67:1071–1091.
12 - Serratrice, G. Habbib, M.
(1997). Escritura y cerebro. Masson. Barcelona.
13 – Tutusaus, J.
Los márgenes en la escritura de adolescentes. Boletín nº 33 de la Agrupación de
Grafoanalistas Consultivos de España. Barcelona. 2º semestre de 2004.
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